Descubre: el Idioma que Hablamos Determina nuestra Personalidad

 
  Compartir este Artículo.

Desde el año 1940, los lingüistas han estado cuestionándose si en realidad el idioma que hablamos puede afectar la forma cómo las personas perciben el mundo.

El lingüista Benjamin Lee Whorf, quien desarrolló el llamado principio de la relatividad lingüística,  realizó una investigación basada en la teoría de la relatividad de Einstein, afirma que los hablantes de distintos idiomas poseen diferencias en el proceso cognitivo entre sí, precisamente por la diferencias en el idioma hablado. Aunque desde entonces su teoría ha sido criticada por falta de rigurosidad científica, es un tema interesante, pues no es tan descabellado pensar que el idioma que hablamos puede cambiar la forma cómo pensamos y vemos el mundo.

El espacio y el idioma que hablamos

Este es un concepto desarrollado por el lingüista Guy Deutscher basado en cómo describimos la disposición de objetos que están a nuestro alrededor. En una entrevista para el periódico The Guardian, Deutscher uso como ejemplo la frases ‘el niño está de pie detrás del árbol’. Explicó que es fácil pensar que todos los idiomas se comportarán de la misma forma describiendo algo tan sencillo como eso. Sin embargo, por siglos filósofos y antropólogos nos han hecho creer que principios occidentales egocentristas de espacio cómo ‘en frente de’, ‘derecha’, ‘izquierda’ son componentes básicos universales del lenguaje y del proceso cognitivo.  En el caso de la lengua aborigen llamada Guugu Yimithirr, en Australia, sus hablantes no usan dichos conceptos para hablar de espacio, usan direcciones cardinales. En el ejemplo del niño ellos dirían algo como: ‘el niño está al norte del árbol’. Lo anterior llevó a Deutscher a concluir que los hablantes de ese dialecto han desarrollado una especie de GPS en su cerebro desde que nacen para identificar constantemente los puntos cardinales, y así entender qué está pasando alrededor de ellos.

Descripción de lo que sucede a nuestro alrededor

En un reciente estudio el psicolingüista Panos Athanasopoulos de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido, llevó a cabo un experimento con hablantes nativos ingleses y alemanes para determinar cómo cada uno ve y entiende eventos. Athanasopoulos concluyó que el idioma inglés tiene un kit de herramientas para ubicar acciones en el tiempo mientras que el idioma alemán no lo tiene. Por ejemplo, I was sailing to Bermuda and saw Elvis (Estaba navegando hacía Bermuda y vi a Elvis) es diferente de I sailed to Bermuda and I saw Elvis (Navegué a Bermuda y vi a Elvis). Como resultado los germano hablantes tienden a especificar el principio, intermedio y final de eventos, mientras que los angloparlante usualmente dejan a un lado el objetivo final de un evento y se centran en la acción. En el mismo escenario, entonces, un germano hablante podría decir algo como a man leaves the house and walks to the store (un hombre sale de casa y camina hacía la tienda) mientras que un angloparlante diría simplemente a man is walking (un hombre está caminando).

El género, la gramática y nuestra personalidad

Una serie de experimentos guiados por preguntas específicas desarrollados por Lera Boroditsky, psicóloga de la Universidad de Stanford, demostró que el idioma que hablamos moldea la forma cómo pensamos. Así, algo tan sencillo como el genero de algunos sustantivos puede afectar cómo las personas piensan acerca de las cosas en el mundo.

Por ejemplo, cuando el puente más alto del mundo, el Viaduct de Millau en Francia, fue inaugurado la prensa Alemana lo describió como ‘flotando por encima de las nubes, ‘elegancia y simplicidad’ y ‘belleza encantadora’. Por el contrario, la prensa francesa lo describió como ‘inmenso’, ‘gigante de concreto’. No es coincidencia que los franceses vieran poder mientras que los alemanes belleza, pues el sustantivo puente en alemán es femenino y en francés es masculino. Así, los alemanes vieron prototípicamente características femeninas mientras que los franceses masculinas. El género gramatical también moldea el idioma que hablamos. Por ejemplo, en 85% de las representaciones artísticas de la muerte y la victoria, la idea es representada por un hombre o una mujer dependiendo si el sustantivo es femenino o masculino en el idioma. Así los alemanes tienen a pintar la muerte como hombre (sustantivo masculino) y los rusos como mujer (sustantivo femenino).

Fuente: Mosalingua