Pros y contras del ego en el trabajo

 
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Al contrario de lo que puede parecer, el ego no siempre resulta nocivo en el trabajo. Comúnmente, se conoce el ego como el exceso de autoestima o la desmesurada consideración de uno mismo. Si bien es cierto que suele resultar molesto el hecho de que un compañero de trabajo o un superior se sobrevalore constantemente, en ciertas dosis y bajo algunas condiciones, el ego en el trabajo puede resultar positivo para la empresa y para el trabajo en equipo.

No obstante, no hay que olvidar las nefastas consecuencias que tienen las actitudes arrogantes, la falta de empatía, los comportamientos egoístas y las personas tóxicas en el trabajo. Por eso, será necesario valorar cada tipo de ego y analizar hasta qué punto y de qué forma influye en el trabajo, así como encontrar las mejores formas de gestionarlo para lograr el beneficio común.

Ventajas del ego en el trabajo

 Puede parecer una contradicción, pero, como decíamos, ciertas dosis de ego pueden tener algunos efectos positivos en el trabajo. Para entender esto, primero tendremos que aceptar que existen dos tipos de ego: el ego saludable y el ego desmedido. Si combinamos un ego saludable e inofensivo con un poco de ambición, los resultados puedes ser espectaculares.

 El ego entendido de esta forma es el resultado de la confianza en uno mismo, pero siempre relacionada con la humildad. Así, podemos equiparar esta forma de ego con una humilde autoconfianza. Estas son algunas de sus ventajas en el trabajo:

  •  Ayuda a fortalecer el liderazgo: sobre todo si hablamos de superiores, un ego positivo incita a seguir las indicaciones y consejos de quien muestra más seguridad en sí mismo.
  • Gestiona el trabajo en equipo: un tipo de trabajador con una adecuada autoconfianza humilde puede organizar las tareas y funciones de cada miembro del equipo, sin que a nadie le resulte molesto.
  • Soluciona conflictos: en caso de discusiones o desacuerdos, se tenderá a seguir a la persona que ha mostrado una mayor confianza en lo que piensa y dice.
  • Es altamente motivador: al observar esa seguridad tan sana en quien la posee, los demás querrán actuar de la misma manera y se sentirán más motivados para sacar el trabajo adelante.
  • Es absolutamente indispensable en algunos puestos de trabajo: existen profesiones en las que mostrarse seguro de uno mismo es requisito fundamental, como sería el caso de los comerciales o los deportistas. Son perfiles constantemente expuestos al fracaso y, si no mostrasen seguridad y confianza, no podrían continuar.

Inconvenientes del ego en el trabajo en equipo

  • En contraposición, el ego desmesurado puede provocar incluso más consecuencias nocivas que cualquier otra cualidad humana. Estos son algunos ejemplos:

  • La superioridad: el egocéntrico mal entendido siempre se considerará mejor que los demás, y menospreciará a sus compañeros y su trabajo.
  • La envidia: precisamente por esa nociva necesidad de ser el mejor, la persona envidiosa sentirá celos de los que destaquen, en lugar de compartir con ellos su éxito.
  • La intolerancia: no aceptará consejos de otros y pondrá siempre por delante su opinión, haciendo prácticamente imposible la negociación.
  • No permite reconocer los propios errores: si hace algo mal, no aprenderá nunca del error, porque su ego le impedirá reconocer que ha fallado.

¿Cómo gestionar nuestro ego en el trabajo?

La clave, en cualquier caso, la encontraremos en la búsqueda del equilibrio. En pensar que nadie es, de por sí, mejor que nadie, y que podemos ayudarnos unos a otros. Saber liderar un equipo pero, a la vez, escuchar con atención a todos sus miembros.

Controlar nuestro tono y nuestro lenguaje será también muy positivo, como también lo será alegrarnos por los éxitos de otros. Por último, no hay que descartar la posibilidad de tener detalles con los compañeros, mostrando así que pensamos en su bienestar además de en el nuestro.

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